La leyenda del perro encadenado de Riva Palacio
- rag220687
- 4 abr 2018
- 1 Min. de lectura

Cuenta la leyenda que en tiempos de la revolución, el General Francisco Villa pasó por San Andrés, reclutando gente para unirse a la bola y luchar por su causa.
Había un telegrafista que tenía sus convicciones muy claras y no cedió ante las insistencias del General Villa para que se hiciera villista, pues refutaba que ya era un hombre grande y quería descansar, a lo que Villa le dijó que "¡pa que en el panteón descanse la eternidad!" lo voy a fusilar.
Al colocar al sentenciado en el paredón del fusilamiento, un perro propiedad de el telegrafista increíblemente se interpuso entre los verdugos y el hombre ladrando efusivamente con claras intenciones de defender a su dueño.
El encargado del pelotón dio la orden para que el perro fuera encadenado, a lo que la cuadrilla dio paso a cumplir no sin unos buenos forcejeos y mordidas del sabueso que forcejeaba con todas sus fuerzas por defender a su amo de la muerte inminente.
Al tener ya amarrado al canino,el pelotón se dio a la tarea de disparar sus fusiles a la orden de ¡fuego! en el mismo instante que el perro logró safarse de sus cadenas y colocarse al frente del telegrafista, cayendo al instante muertos por el impacto de las balas, solo escuchando en el ultimo momento los breves aullidos de agonía del canino.
Desde ese día a la fecha, por las noches oscuras del mes de junio se escucha en las antiguas calles de Riva Palacio el sonido de unas cadenas y el aullido de un perro pasearse por todo el pueblo.
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