
Cuauhtémoc, Chih.- Padres de familia del turno vespertino de la Escuela Primaria Ford 113, realizaron vigilancia por segundo día consecutivo en el exterior de la institución, para evitar que un niño, compañero de sus hijos, ingrese al plantel.
Son los padres de niños de tercer grado que han sido golpeados, vejados de forma rutinaria por otro alumno de la escuela, un pequeño que a sus nueve años, arrastra un historial de problemas en al menos seis escuelas de la ciudad.
El caso data de años atrás cuando comenzaron los problemas, desde el jardín de niños, donde el menor constantemente golpeaba a sus compañeros de aula, así fue creciendo, las agresiones registradas en instancias como la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, el DIF municipal o la propia Policía Escolar.
Como alumno de la sexta primaria en donde le han atendido, los episodios violentos han ido en aumento, pese a que las instituciones aseguran que el menor es atendido psicológicamente y médicamente, no hay mejora, simplemente no hay resultado.
Hace poco, sus golpes llevaron a una de sus víctimas al hospital con el vaso inflamado, otros más han curado sus lesiones tras semanas, el miedo se ha apoderado de ellos, que ven con tristeza cómo los adultos, en quienes han confiado lo que les sucede, no pueden intervenir.
Antes de salir de vacaciones de invierno, uno de los alumnos fue agredido por el menor, es un niño con síndrome de down, quien fue atacado a puntapies en el baño de la institución, tuvo que ser rescatado por la maestra.
Algunos de ellos ya no quieren ir a la escuela, han comenzado a mostrar problemas de depresión y reaccionan en forma agresiva contra sus padres.
"Mi hijo se orina del miedo", confiesa una de las madres, dice que su hijo es uno de los más afectados, pues desde Octubre, cuando ingreso al plantel ha sido el más golpeado por este menor.
Aunque se ha seguido el procedimiento ordinario para casos de abuso escolar, se ha llamado en repetidas ocasiones a la madre del menor para que atienda las recomendaciones, especialistas aseguran que el niño no está siendo atendido como es necesario y temen que su problemática tenga origen en un caso de violencia en el hogar.
Ante un panorama incierto, los padres optaron por quedarse frente a la escuela, impedir la entrada del menor parece ser, por ahora, el único recurso, sin embargo seguirán tocando puertas y buscando, no solo la ayuda para sus hijos, sino para su ofensor.
